La
"Escuela de Vuelo sin Motor de Monflorite" está a 12 km de esta
Huesca enlazada con la dolorosa historia reciente de
España. Sus autoridades militares, religiosas y civiles, la trilogía del poder, nos dieron la bienvenida con el cotillón de discursos, flores y cánticos en el mismo andén de la estación. El domingo siguiente se haría una solemne misa en donde se rogaría por la gloria de
España y
Argentina.
De la aviación española poco sabíamos. Ramón Franco había llegado a Buenos Aires en el "Plus Ultra" en 1926, un año antes que Lindberg fuera de Nueva York a París. El arrojo español quedó demostrado, pero sobre una construcción alemana Dornier. También el esquema de la Escuela de Vuelo sin Motor era alemán, con planeadores de diseño alemán pero construidos en España. La dirección era exclusivamente española.
El invierno estaba concluyendo, desde el día siguiente a nuestro arribo nos mezclamos con jóvenes de casi nuestra edad en un régimen de vida que era de Escuela de Oficiales militares. Muchos provenían de liceos semicastrenses con buena formación educativa. El diálogo fue cálido en poco tiempo y aunque no había diarios ni radios era frecuente la incursión sobre temas de la historia reciente de España, pero trasponer los límites ideológicos o políticos de la doctrina oficial exigía un trato de mayor confianza, que con el correr del tiempo se dio en muchos casos.
La instrucción era la típica del vuelo en montaña que desarrolló Alemania gastando el mínimo combustible: Lanzamiento con "sandows" [1] desde el borde de la colina. Cada extremo de los dos "sandows", era estirado con todo el envión de cuatro o más jóvenes corriendo cuesta abajo. Soltado el planeador por los que lo retenían por la cola, el empuje es suficiente para poner el aparato en condiciones de vuelo dentro del viento que viene desde el frente.. Esta intensa actividad física y la dieta de pescado y calamares en las comidas pronto hizo ver una pérdida del peso obtenido con la manteca, pan blanco y carnes vacunas que ahora eran recuerdos lejanos. Rápidamente llegó la orden de abastecernos con una ración extra matinal de pan negro, sardinas y chocolates que, al poco tiempo, compartíamos con los integrantes españoles del grupo de instrucción.
[1] - El sandow era una cuerda elástica que se enganchaba en la nariz del planeador para impulsarlo y ponerlo en vuelo.
Con el transcurso del tiempo las nuevas promociones que eran puestas bajo nuestra tutela, además de instrucción de vuelo recibían recomendaciones para aceptar la rutina alimenticia compuesta de café, que no era de café sino de achicoria, calamares en su tinta, pan negro algo duro, y sustanciosos guisos de porotos, lentejas y pescados de nombres desconocidos. Como beneficio de la experiencia aprendimos a dar intenso uso de la cantina ubicada en las afueras del límite militar pero cercana a la puerta de guardia. Las estadísticas de la economía vitivinícola de Aragón deberían mostrar el año 47 un aumento apreciable del consumo de tintos y blancos. Nuestras billeteras tenían capacidad para extensas invitaciones incluido el turno de guardia. El viático era de 300 pesos por mes, de los cuales recibíamos 100, cambiados a cuatro pesetas por peso. Eso bastaba para la cantina, salidas semanales a Huesca y escapadas los sábados a los simpáticos pueblos cercanos donde, en el ocre de la tosca campiña aragonesa encontrábamos cálidas recepciones que abastecían nuestra demanda de abundantes huevos fritos, pan blanco y aterciopelado vino. Los carbohidratos y su complemento etílico eran consumidos rápidamente en las activas jornadas ladera abajo tirando de los sandows de lanzamiento y cargando luego cuesta arriba los planeadores, porque el aparejo eléctrico no se usaba por falta de energía que escaseaba, y mucho, en todo el país.
Con la llegada de la primavera y nuestra condición de veteranos en la Escuela, la disciplina militar se hizo más ligera, el saludo con el brazo en alto al romper filas se transformó en una venia sin decir ¡FRANCO! Los diálogos con los españoles se hicieron más sustanciosos y cuando era necesario poner un poco de orden llegaba la expresión contundente de "¡argentinicos de la polla!" de algún oficial a cargo del grupo. Ya éramos amigos de los que luego serían inolvidables : Arena, Juez , Ara, Carreño y el Jefe Peñafiel. El 25 de Mayo, nuestra fecha patria, se conmemoró con la jefatura, oficiales y sacerdote en un primaveral entorno campestre con dos corderos al pampeano asador, regados con buenos vinos de La Rioja . La primavera llega con deslumbrantes almendros en flor en Aragón, que invitan a los paseos distendidos, asombrados por la falta de ese integrante pampeano que es el alambrado. También comienzan las corridas de toros en las principales ciudades. Zaragoza fue el lugar donde vimos por primera vez este espectáculo que tanto asombró a Hemingway. A pesar de nuestra cultura carnívora bovina la mayoría sintió la exageración del espectáculo, en donde sangre, sudor y arena se mezclan con la bravura llevada al límite de la temeridad. Conocimos a Manolete, que meses después moriría en Sevilla. Y conocimos los rincones non santos, donde los Cadetes de la Academia Militar también atemperaban sus excedentes hormonales. Testosterona y feromonas eran términos desconocidos en la época, pero pragmáticamente respetados por los jubileos católicos. Lógicamente el mejor sitio estaba detrás de la Catedral del Pilar, consagrada Virgen de Aragón.
A principios del verano muchos novatos pasaron a ser nuestros alumnos. Era otra vida mandar y hacer trabajar. Santorales y recordatorios cívicos y militares poblaban el calendario español ofreciéndose al incipiente turismo mundial los bajos precios y la acumulación de historia en un país que no mostraba las cicatrices de la reciente guerra. Viajar a Madrid para obtener la libreta de enrolamiento los que cumplíamos 18 años fue toda una fiesta. Hotel de primera, teatros, colmaos, verbenas, se combinaron con recepciones oficiales y formaciones con banderas y marchas. Ya en Huesca el verano permitía combinar el vuelo de montaña con el térmico obteniendo alturas impensadas y deslumbrándonos con los paisajes de los Pirineos viendo el Pic du Midi en la frontera con Francia, por el camino de Jaca. Hoy esta región es netamente turística donde se mantiene la actividad de vuelo acompañada por alas delta y parapentes. En las regadas reuniones, recibiendo visitas a la Escuela y después de las obligadas formaciones aparecía, contrariando el racionamiento, abundante cantimpalo, jamón serrano, pan blanco y derivados desconocidos, para nosotros, de frutos de mar.