
Hace pocos días conocíamos la tristísima noticia del inesperado fallecimiento de
Irene Treuer de Repicky, lo que nos dejó aturdidos, incrédulos, sin poder creer lo que estábamos recibiendo.
Conocí a Irene hace bastantes años en las primeras reuniones de la Federación Argentina de Vuelo a Vela (la F.A.V.A.V.) a las que asistí. Iba acompañando a Fernando, siempre activos en las cuestiones que hacían a nuestro deporte y con ganas de contribuir a sacarlas hacia adelante.
Habían empezado volando juntos en el ya desaparecido Club de Planeadores Quilmes y se encontraban haciendo actividad en el "Albatros". Ya volaba deportivo, ya había batido un récord nacional de la categoría femenina. Se capacitó como instructora y formó a numerosas camadas de alumnos. Se siguió involucrando en la organización de campeonatos como directora de 1º (y único) Nacional de Entrenadores, después de otros campeonatos regionales.
Con Fernando tuvieron tres hijas muy conocidas y queridas dentro del ambiente volovelístico, dos de las cuales (Gabriela y Alejandra) tuvieron destacadas actuaciones deportivas también, siguiendo los pasos de sus padres.
Con Irene nos veíamos en todas las reuniones de la F.A.V.A.V. y fuimos entablando con ella y Fernando una amistad entrañable, que se consolidaba en cada oportunidad en la que nos veíamos en la sede de la Federación, en los campeonatos, en las asambleas, en visitas que nos hacíamos. Compartimos muchas formaciones del Consejo Superior en distintos cargos, pero siempre con la actitud de aportar su esfuerzo personal al bien de la actividad deportiva.
Cuando llegó la gran responsabilidad de organizar el Campeonato Mundial de 2013 en Chaves, el trabajo con Irene se intensificó muchísimo y ella siempre estuvo a la altura de las tareas que asumía sin que nadie se las impusiera. Recuerdo esa época de mucho trabajo con gran alegría, sabedores de que estábamos escribiendo un nuevo capítulo de la historia grande de nuestro deporte.
Fueron tres años de muy intenso trabajo para un grupo pequeño de colaboradores entre los que se destacaba los aportes de Irene. Durante el Mundial compartimos casi un mes de trabajo en las instalaciones del Club de Planeadores "Otto Ballod" y pudimos disfrutar del inmenso placer de una buena organización y de un resultado maravilloso, con la obtención de los títulos mundiales de Santiago Berca en la Clase "Club" y de Sebastián Riera en la Clase "Mundo".
Después, como si no hubieran hecho mucho, se embarcaron con Fernando en la inmensa tarea de reformular el Manual de Instrucción para Piloto de Planeador, el mismo que hoy es utilizado en todos los clubes que dan instrucción. Ese es otro capítulo importantísimo de su legado en nuestra actividad.
Ya hacía unos años que con Fernando se habían comprado un hermoso planeador biplaza para poder disfrutar juntos de la inmensa experiencia del vuelo a vela en su club y en los campeonatos y se los veía muy contentos y deleitados de los vuelos compartidos.
Como anécdota muy grata recuerdo que en el debut en competencias con el "ET" (regional de Marcos Juárez de 2007), Irene y Fernando nos llevaban a la rastra a un grupo de "chiquitos" de 15 metros detrás, y a alguno se le ocurrió pintar la escena con una frase célebre: "ahí va mamá gansa y sus patitos", frase que, por supuesto, escucharon los destinatarios. Parte de la hermosa personalidad de Irene era su buen sentido del humor y nos reíamos mucho cada vez que recordábamos el momento.
Al "ET" lo exprimieron al máximo y llegaron a ser Campeones Nacionales (en la categoría biplaza los triunfos se comparten) y Subcampeones Sudamericanos.
Más adelante, decidieron dar un nuevo paso y se compraron un moderno biplaza motovelero para poder volar más tranquilos en los campeonatos.
En el debut en competencias con el nuevo biplaza (Azul 2020), ganaron una prueba y quienes estuvimos en la entrega de premios del día siguiente pudimos presenciar uno de los momentos más conmovedores que yo recuerdo en mi actividad volovelística: todos los participantes y el público presentes los aplaudió de pie por más de 5 minutos. Ese homenaje en vida sólo lo reciben los grandes, los que dieron mucho, los que son muy queridos. Las lágrimas en los ojos de Irene y de Fernando demostraban como todo ese cariño les llegaba a lo más profundo de su corazón.
Ese corazón tan grande que permitía que entráramos todos los que la íbamos conociendo a lo largo del tiempo.
Tiempo después nos enteramos que estaba enferma, pero nunca creímos que fuera tan grave. Su deceso fue un shock enorme para todos los que la conocíamos y la queríamos. Encima, las condiciones de aislamiento que impone la pandemia en curso impidieron poder acompañar de cerca a Fernando y sus hijas, lo que hizo aún más grande el dolor.

Irene nos deja el legado inmenso de su enorme condición humana, como amiga, como dirigente deportiva, como instructora, como deportista, como madre, como gran compañera de Fernando, el vacío que deja su ausencia será muy difícil de llenar.
Acompañamos a Fernando, a Gabriela, a Alejandra, a Jorgelina en su inmenso dolor, pero también les decimos que el recuerdo vívido de Irene quedará en todos los que la conocimos y que será transmitido a todos los que vayan llegando a nuestra actividad, para que conozcan su grandeza humana y las grandes contribuciones de Irene Treuer de Repicky a nuestro deporte.